ORIENTACIÓN A LOS RESULTADOS
Es la capacidad de convertir objetivos en acciones concretas, con disciplina, foco y constancia. Implica definir prioridades, tomar decisiones eficaces bajo presión y mantener la motivación aún frente a obstáculos. Una persona orientada a los resultados no se dispersa: mide, ajusta, corrige y avanza. Asume sus responsabilidades con madurez y trabaja con una mentalidad de logro, entendiendo que cada acción debe generar un impacto positivo y medible. Esta competencia es clave para maximizar el rendimiento individual y colectivo, garantizando eficiencia, progreso y valor en las organizaciones.